Llegó
el día en que despiertas entre la neblina de la despedida y la
tristeza del adiós ubicado entre estas habitaciones que jamás
volverás a ver. Todo lo que ayer fue alegría, risas, desfase y
alcohol hoy se torna en penumbra, soledad, tristeza y silencio
sepulcral. Las paredes quedaron manchadas, la serpentina esparcida
por el suelo, la mesa llena de vasos que no se terminarán de beber y
la mente llena de recuerdos que nunca se podrán borrar.
Así
terminó todo, así vivirá en nuestros corazones, porque hoy solo
queda recoger uno por uno cada sueño que hicimos realidad y meter en
maletas todo lo que compartimos para llevarlo hacia otros lugares.
A
partir de hoy solo queda mirar atrás, no se podrá rectificar
aquello que se hizo mal, no se podrá mejorar aquello que no se
terminó de hacer, y, como la espina clavaba que te acompaña para
siempre...no se podrá hacer lo que ya no se hizo.
Miles
de momentos recorren mis rincones como la más clara transición de
tu vida en lentas imagenes ¿Con que quedarse? ¿De que desprenderse?
¿Que fue de aquello que no se dijo? O que, tal vez, se dijo de más.
Me
inquietan los silencios de aquellos que miran recelosos mientras te
alejas para no volver, me incomodan los que hablan de más sin apenas
saber, me reconforta que los que pensabas que estaban ahí, seguirán
estando ahí, y me duele esperar algo más de los sentimientos que
hubo entre lágrimas, ahora separado para siempre con un frío Adiós.
Con
estas palabras se llega a el punto final de estos últimos seis años,
palabras que se ocultan a la sombra de este lugar, palabras que no he
sabido decir a los ojos de la gente que me importa, de la gente que
me dio su amistad sin esperar mucho más que la mía, de aquellos que
ven bajo mi rostro sencillo e inescrutable un remolino de emociones y
sentimientos...de aquellas personas que no volveré a ver jamás, de
aquellas que no tuvieron el valor para quedarse, y de aquellos que
sabiendo muy bien quienes son, estarán Para Siempre.
Sed
Felices!