Veintisiete de Junio de
dos mil doce, tres y media de la mañana, la siesta, el café, y ninguna
ocupación irremplazable que hacer mañana, hacen que vuelva a desnudarme ante
esta pantalla, mientras el ventilador rompe con su ronroneo el silencio de la
noche.
Me encantan las noches,
vuelvo a repetir… su mágico silencio, la lentitud del reloj, las reflexiones
vitales que compartir con la almohada, rememorar lo que se fue y fantasear lo
que se quiere ser…
Esta noche pienso en
ellas, pienso en vosotras, en las que estuvieron, en las que se fueron, en las
que no quisieron estar, en las que no quise que estuvieran, en las que estarán
y en las que no se si están o no…
Recuerdo los primeros
amores, la infancia, cuando un cruce de miradas suponía la mayor aventura
emocional jamás vivida. La lunática adolescencia, con todo su recorrido, en el
tiempo en que el mayor de los retos consistía en sentarse al lado de la chica que
te gustaba e intercambiar alguna frase, por absurda que fuera. La edad en la
cual tenía tan claro que me moriría contigo si te matas, en que me mataría
contigo si te mueres, como jamás lo he vuelto a tener. El contacto con sus
manos en el cine, cuando Godzila rugía fuerte mientras destrozaba una ciudad o
Leonardo DiCaprio se hundía hacía el fondo del mar junto al vulnerable Titanic.
Los primeros besos, el caos hormonal, los primeros corazones rotos, el inicio
de algún fracaso de las experiencias que dejaron huella.
Más cercanos tengo
otros besos, de aquellas relaciones que empezaron igual que terminaron, sin
hacer ruido, sin levantar la más mínima emoción. De otros besos a rostros
borrosos que jamás he vuelto a ver. De momentos infinitos compartidos en un
pequeño colchón, de dejarse llevar sin saber muy bien a donde, de recordar su
pasada presencia y sentirte bien.
Más lejanos están otros
besos, aquellos que nunca di, aquellos que jamás daré. Aquellos en los que el
miedo me impidió dar el empujón definitivo hacia el deseo cuando ya se divisaban
cercanos el surco de sus labios. Esos que se perdieron, que jamás serán
recuperados, y que en ocasiones levantan hilos de incertidumbre en mi interior.
Ahora imagino otros, no
se a que saben, no se de quién serán...quizás de alguna conocida, de alguna que
esta por llegar, o quizás sean los tuyos, que lees estas letras sin saber muy
bien porque…
Nunca se sabe que es lo
correcto, lo incorrecto… o si tu, o yo, o alguien hubiese dado un poquito más, tal
vez ahora estaríamos compartiendo colchón. Miro al frente, no veo nada,
mientras espero expectante lo que este por venir…solo me queda volver al rincón
de mis sueños, donde cada noche vuelvo a imaginar todas esas bocas que nunca
fueron mías, que nunca serán mías…