lunes, 10 de octubre de 2011

La deuda que tengo que pagar...

Las horas pasaron rápidas en la madrugada del uno de enero de este nuevo año que recibíamos, mojando nuestra euforia en ingentes cantidades de alcohol. Fuera ya amaneció, dentro, seguíamos ajenos al mundo, no nos importaba el reloj, nuestro único objetivo se resumía en mantener la verticalidad apoyados en la barra mientras nos servían la penúltima copa.
Ahí llegaste tú, buscando la barra encontraste mi brazo como punto de apoyo estable durante algunos minutos más, esperando que el camarero nos echara del garito. Poco a poco nos fuimos, cuando los viejos desayunaban un sol y sombra en las cafeterías, caíamos en nuestras camas ausentes desde el año anterior.
Mediaba enero, tú te empeñabas en buscar faltas ortográficas en mis garabatos literarios que aparecían por las redes, yo, no salía de mi asombro por tu rara afición…
Pasaba el tiempo, lo virtual superaba a lo presencial en nuestras conversaciones, entre la ficción y la realidad nos debatíamos nuestra existencia común, nuestras horas muertas frente a una pantalla.
Ahora compartimos cervezas como si nos conociésemos desde hace años, como si nos quedara tanto por contar, tanto por saber, tanto por compartir en estos bares como nexo de unión. Te preocupaste por conocerme, por saber los significados de mis letras, y ahora eres tu la que aparece por aquí…Mal y tarde estoy cumpliendo una parte de esta deuda contraída una noche de agosto, aunque seguiremos discutiendo jarra en mano…J

4 comentarios:

  1. No te esperaba esta tarde, me juré que nunca más te esperaría, que mi lucha incansable por curiosear en los más recóndito de tus entrañas se había acabado y así fue como cesó hace ya tanto tiempo, tanto, que me esfuerzo en vano por intuir en qué momento de mi vida te esfumaste por completo… así como la espesa niebla desdibuja, sin miramiento alguno, el hermoso paisaje, fui yo difuminando tus colores, tus contornos, el aroma cálido y dulce de tu voz, la complicidad en tus silencios susurrados…Tal vez por propia imposición forzosa fui deshaciéndome de lo que una vez imaginé que eras y te reduje a lo que fuiste o a lo siempre habías sido, a la negrura etérea de un cuerpo y un alma en permanente velo…
    Ni siquiera me importó después leerte, perdiste todo el interés y más aún cuando te presentí como queriendo enmascarar algún que otro reproche entre pomposa cordialidad…
    Sin embargo, tu huella deleble ya sin causa ni mayor efecto, me permite escribir esto y alegrarme, eso sí, de que otro alguien pruebe suerte en descifrarte tanto en lo poco que pronuncias, como en todo aquello que anhelas y especialmente, en lo mucho que callas… Yo no te esperaba esta tarde pero…te deseo lo mejor.

    ResponderEliminar
  2. Me gusta, no el hecho de defraudar, o por la espera sin éxito, ni tan siquiera por saber que para esfumarse una vez se estuvo cerca…Me gusta porque me intriga, porque mientras leía miles de sensaciones distintas se mezclaban en una vorágine fugaz, porque entre la incertidumbre y la decepción me haces crecer un poco más…

    Me gusta, porque no se si es real, o quizás, un arrebato literario…sin embargo, me identifica, la ficción oculta a la realidad, nunca se es todo lo que se pretende ser, tampoco lo que piensan que puedes llegar a ser, entre aciertos, errores, silencios y susurros vamos escribiendo nuestro camino sin tener la certeza de que es el correcto…aun así, gracias por escribir.

    ResponderEliminar
  3. No pretendí más que escribir, aunque suelo hacerlo en contadas ocasiones cuando el corazón se rebela por algún que otro motivo ignoto, topándome de bruces con la inspiración que pese a deambular a su antojo, resuelve hacer un alto en su camino de cabras.
    Cuando se escribe, también cuando uno lee o escucha, resulta mucho más fascinante ese baile de emociones que llega a recorrernos por dentro, aunque lo demás no se entienda o se entienda poco.
    Y si me permite, he aprendido que más conviene preocuparse, únicamente, de no defraudarse a sí mismo, pues sólo de esta forma, y al final, le resultará más fácil no defraudar a los demás.

    ResponderEliminar
  4. Siendo así, si se extinguieron los reproches o surgieran miles nuevos...te invito a que pases por aquí en esas ocasiones contadas que aflora la inspiración, no lo tomes como un favor ni como una obligación...pero seguro, aunque tu no lo creas, que sin pretender puedes deleitar a los que a veces visitan este moribundo espacio, incluyéndome a mí...

    ResponderEliminar