miércoles, 19 de enero de 2011

Mágica noche

El silencio envuelve el ambiente, las calles están desiertas, abro una cerveza y me envuelvo entre el humo de un cigarro en la soledad de mi habitación oscura. Sabina relata sonetos con su voz áspera y espero que mañana tarde un poco más en llegar.
Me gustan las noches que pasan despacio, me embriaga su calma, el sosiego de las horas muertas y dormir sin más motivo que dormir.
En estas noches no hay crisis, no hay atascos que te impidan llegar tarde a tu destino, no hay voces ni gritos estridentes, no hay caras serias que te entristecen el alma, solo hay sueños que llegan y los que están por venir.
Porque las noches no están hechas para dormir, están hechas para soñar. Despejar la realidad de volea y sumergirse en esta ficción tan real que cada uno tenemos.
En estas noches no tengo miedo a temer, me atrevo a quitarle la razón al razonable, a justificar mi existencia más allá del mero hecho de existir, a escribir estas letras sin mucho sentido con todo el sentido que les quiero dar.
No tengo prisa de tener prisa, para siempre es demasiado tiempo para mí, hoy me subo a todos los vagones de los que algún día tendré que regresar, mi pasado son nostalgias que me animan a vivir.
Mañana volveré a mirarme en el espejo, ya no seré ese espejismo que tengo de mí, reaparecerán los miedos y complejos de los que aún no sabemos el camino que hay que seguir, esos caminos que hace algún tiempo escribí.
Las noches tienen esto, terminan cuando el sol entra reluciente por la ventana, todo se olvida al despertar, pero tenemos la certeza que al volver a caer la noche, volveremos a soñar.

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