viernes, 3 de diciembre de 2010

A tomar por culo el mundo

Serán los años, la sociedad, las circunstancias, la globalización, la crisis, el cambio climático o los bares que no ponen tapa, los culpables de esta cada vez más agria forma de ser. Comienzo a no soportar lo insoportable, a rugir y blasfemar por cosas que antes no lo hacía, a decantarme de lados que rompen mi neutralidad, a enervarme por simples hechos.
Y es que el día a día, el paso de tiempo, el convivir dentro de una sociedad de la que formo parte, hace ver lo egoísta e hipócrita que podemos ser los seres humanos.
No soporto aquellos que pretenden culminar su pirámide de necesidades a costa de cualquiera que se cruce en su camino, a los que buscan sus objetivos por encima de todo y de todos, a los que pisotean, desprestigian y mienten por conseguir un puñado de €uros, una novia modelo, la mejor nota en un examen o un chalet en Puerto Vanús.
Me desesperan los aires de superioridad, los bigotes señoriales, los que sacan a pasear su lagarto en el pecho o los que golpean una bola encima de un caballo. Estos que miran por encima del hombro al resto de la gente corriente.
Me entristecen los inmovilistas, los que viven con unas ideas fijas a pesar del paso del tiempo, esos que dedican su vida a frustrar los sueños de los demás, a la crítica y a la fácil burla a esos otros que pretende innovar, cambiar sus rutinarias vidas.
Ardo en cólera con aquellos que provocan, que salen a buscar pelea, a montar bronca, a los matoncillos de barrio que apalean al primero que se le cruce por la calle, a los que codean y pisan en los pub en busca de respuesta.
No tolero a los que humillan, a los que basan su humor en reírse de los demás por aspectos físicos, por su forma de vestir, por su forma de pensar y razonar, aquellos que discriminan por razones de sexo, de raza, de procedencia.
Y, a menudo, no me trago ni a mí mismo…seré uno de ellos.

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